21 de junio de 2008

Quitando el polvo I: La noche del cazador

Esta es una crítica arriesgada de una película que fue muy arriesgada para su tiempo, una de esas joyas que necesitan madurar (o mejor dicho, que necesitan que la mente del personal madure) con el paso del tiempo para ser admirada de la manera que, con justicia, tendría que haberlo sido en su momento. Su fracaso tanto de crítica como de público hizo que el director novel, pero grandísimo y experimentado actor, Sir Charles Laughton no volviera a dirigir una película jamás, siendo esta su primera y última película.

La historia es una adaptación a la gran pantalla de la novela homónima de Davis Grubb, en la que en la América profunda un padre de familia, Ben Harper, atraca un banco y justo antes de ser detenido le pide a su hijo que esconda el dinero hasta que este sea mayor y lo utilice para que sea algo mejor en la vida de lo que fue él . Una vez encarcelado habla en sueños sobre el dinero, lo que hace que se entere su compañero de celda, el terrorífico "reverendo" Harry Powell, que a partir de entonces queda obsesionado con encontrar ese dinero cueste lo que cueste para seguir su labor de "purificación" con su navaja automática.

Laughton convirtió a su obra en un tenebroso cuento onírico y gótico, donde tienen cabida referencias bíblicas, transformaciones oscuras de cuentos como Hansel y Grettel o Caperucita Roja, y unos planos adelantados a su época acompañados de una maravillosa fotografía, con un contraste de luces y oscuridad, y unos usos de los sombras excelentes que hacen que a pesar del tono tenebroso de la película esta produzca un sentimiento de gran belleza visual en el espectador.

En los papeles tenemos a actores como Lillian Gish (actriz de cine mudo), Shelley Winters, y como no a Robert Mitchum en su inolvidable papel de Harry Powell, uno de los villanos más terroríficos (e irónicos) del cine, que con su socarronería, su aspecto y su labia de reverendo se convierte en la viva imagen del lobo disfrazado en el cuento de Caperucita Roja, donde todo el mundo le ve como una buena persona, y eso impide a los niños que los adultos les ayuden contra él. Tendrá que ser Gish con su representación del bien y la bondad la que reconozca y se enfrente al mal en estado puro que representa Mitchum; de ahí la frase inicial de la película: "Un árbol bueno no puede dar malos frutos, y tampoco un árbol corrompido puede dar buenos frutos... recordad que por sus frutos los conoceréis".

Impresionante cuando Powell entona a lo largo del film "Leaning On The Everlasting Arms", especialmente cuando la entona en el duelo contra Gish, donde ella la entona también para exorcizar de la canción el tono malvado que le incluye Powell.

Con el fracaso de Laughton ( y su retirada por ello debido a que era un hombre muy orgulloso) nos queda la única obra de su filmografía, pero que siendo una sola se eleva como obra maestra del cine de todos los tiempos.

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